Pandemia 2020 – para no olvidar
Hoy el tema es diferente: ni comunicación ni traducciones. Por otro lado, tampoco pretendo regalar floresa mi misma, pero me gustaría compartir algunas impresiones sobre la acción de voluntariado en la que participé durante el último mes de abril de 2021.
Como ciudadana entendí que debía hacer más que quedarme en casa, ponerme una mascarilla, desinfectarme las manos, respetar las distancias. Vi a tantos profesionales, en algunas áreas, aplastados por esta emergencia, trabajando al límite, sufriendo esta calamidad en su piel. Pensé que a veces queremos viajar lejos para apoyar escenarios de catástrofes. Pero esta vez la catástrofe también está aquí. Tuve que superar mis miedos y ponerme manos a la obra.
Esta acción, desde un punto de vista profesional, me permitió poner a prueba mi perfil, trabajando en un contexto de emergencia, mucha tensión y días de cansancio extremo. Me alegró darme cuenta de que llevé a este momento las características que, en mi profesión, me han sido muy útiles: la capacidad de mantener la concentración y la serenidad en momentos de gran presión y la capacidad de trabajar casi hasta el límite del agotamiento, cuando la misión exige y justifica.
De hecho, mi función principal en este proceso de acogida de la población a vacunar en la primera fase fue, objetivamente, ayudar a las personas mayores a responder el cuestionario que se realiza antes de ingresar y, desde un punto de vista más humanitario, brindar a la gente un momento tan cálido y tranquilo cuanto sea posible, en un entorno que les es ajeno.
¿Qué he presenciado durante estas semanas? Especialmente emociones positivas. La mayoría de las personas se sienten muy aliviadas al ver, por fin, una posibilidad de seguridad y escapar del riesgo de esta enfermedad. Vi personas que llevan meses sin salir del hogar, vi una población anciana que ha sufrido mucho por esta pandemia, algunos apoyados por sus familias y otros completamente solos y algunos testimonios de historias, que compartimos, que muchas veces nos hacían llorar.
También vi el esfuerzo de las entidades involucradas y la coordinación para llevar a cabo esta operación tan compleja y exigente.
¡Es muy interesante ver cómo fue posible coordinar entidades tan dispares y, en un tiempo récord, vacunar a tanta gente! En nuestro pequeño centro de vacunación, tuvimos varios días de vacunación a 1500 personas. Nadie puede imaginarse lo que esto significa, en términos de medios y recursos humanos. Lo que implica en cuanto al esfuerzo de cada uno de los involucrados.
Al final de este mes de colaboración, confirmo mi impresión de que somos un país solidario, somos buenos actuando en emergencias y tenemos una población muy civilizada.
También sé que guardaré este momento durante toda mi vida.